martes, 25 de diciembre de 2018

Manual de conservación de suelos

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lunes, 10 de diciembre de 2018

lunes, 1 de octubre de 2018

Precipitación en el año hidrológico 2017/2018

Desde el pasado 1 octubre de 2017 y hasta el 31 de septiembre de 2018 en el que termina el año hidrológico,  el contraembalse de los Bermejales ha registrado 420mm y los Bermejales 570mm según el Saih del Guadalquivir. Estando este año la precipitación por encima de la media que es 400mm.

El año hidrológico pasado el contraembalse  recogió 277mm y los Bermejales 317mm.

 Y en 2016 se recogió sólo 225mm en el contraembalse.


miércoles, 15 de agosto de 2018

ALMERÍA, HISTORIA DE UNA DESERTIZACIÓN

ALMERÍA, HISTORIA DE UNA DESERTIZACIÓN


Por Mariano Simón Torres
Catedrático de Edafología y Química Agrícola
Extraído de la revista NovaCiencia
Adaptado por Marcos Diéguez
En 1748 las sierras almerienses estaban cubiertas de once millones de árboles como encinas, robles, pinos y madroños. La aridez del terreno, unida a una deforestación salvaje que tuvo su punto más trágico en pleno auge de la minería, provocó que se llegaran a subastar hasta las raíces de las encinas como combustible. El cambio climático amenaza ahora con terminar de convertirnos en un desierto.
(...) hasta hace aproximadamente 70.000 años, el clima de la Península Ibérica era, (...) más húmedo que el actual (de tipo subtropical) y dio lugar a la formación de los suelos altamente evolucionados de color rojo que (...) se encuentran repartidos por toda la geografía española.
En el periodo comprendido entre hace 10.000 y 70.000 años el clima cambió drásticamente, dando paso a la implantación del último gran episodio frío cuyas huellas (circos glaciares, valles glaciares, morrenas, etc.) aún se conservan perfectamente dibujadas en Sierra Nevada. Incluso en el desierto de Tabernas se pueden observar morfologías originadas por los procesos de hielo-deshielo de esta época fría.
En los últimos 10.000 años el clima sufrió un nuevo cambio. Por un lado, la temperatura experimentó un progresivo incremento y, por otro lado, la humedad y la temperatura se distribuyeron a lo largo del año configurando las estaciones tal y como hoy las conocemos. Es decir, el clima mediterráneo caracterizado por veranos secos y cálidos e inviernos fríos y húmedos(...) Es en este periodo cuando empiezan a aparecer los episodios áridos, el primero de los cuales parece ser que ocurrió hace aproximadamente unos 7.000 años. (...) Si tenemos en cuenta que la meteorización de los suelos está directamente relacionada con la actuación conjunta de la humedad y temperatura, se comprende que, al instaurarse el clima mediterráneo, dicha meteorización disminuye en el verano por falta de humedad y en el invierno por bajas temperaturas; lo que, en su conjunto, se traduce en una menor evolución de los suelos.
En 1878, los trabajos del ingeniero de minas belga Hemi Siret llevaron al descubrimiento en Almería de una cultura que convivió con los primeros pobladores de la Península, íberos y celtas. Nos referimos a la del poblado de los Millares (Santa Fé de Mondújar, Almería), que data de hace unos 5.000 años y cuyo grado de desarrollo técnico y cultural sobrepasó los límites de sus murallas y se extendió por todo el sur y levante peninsular.
Algunas observaciones realizadas en estos asentamientos indican que el Río Andarax era navegable desde los Millares hasta su desembocadura. Por tanto, si bien el clima mediterráneo se instauró hace 10.000 años, ha debido de experimentar cambios sustanciales a lo largo de todo este tiempo, ya que en la actualidad el Andarax se ha convertido en una rambla y sólo lleva agua en los esporádicos eventos fuertemente lluviosos. (...)
Estos cambios, como corresponde a los cambios naturales, debieron de ser muy progresivos y la vegetación tuvo tiempo de ir adaptándose a condiciones cada vez más secas; de forma que, si bien la naturaleza de la vegetación fue cambiando, la cubierta vegetal era relativamente densa y especies como encinas, robles, pinares y madroños, entre otras, se distribuían por la superficie de la provincia.
Los cambios ocurridos a partir de aquí hay que asociarlos a las particulares condiciones geológicas de Almería, con una actividad tectónica, volcánica e hidrotermal muy activa. Las inyecciones hidrotermales a través del complejo sistema de fallas que se creo por la actividad tectónica y volcánica, dieron lugar a vetas ricas en los más diversos metales (hierro,plomo, cobre, plata e, incluso, oro); lo que propició, desde muy antiguo, la importante actividad minera en la provincia.
Las primeras explotaciones mineras de las que se tiene constancia son las del poblado de los Millares, cuyos habitantes descubrieron la utilidad del metal que dio nombre a su época (La Edad del Cobre). Posteriormente, las prácticas agro-pecuarias y mineras durante la época romana deforestaron parcialmente la provincia, desapareciendo importantes masas de encinas, cipreses y avellanos, al tiempo que se incrementaron los lentiscos y pinos.
La devastación agrícola y minera.
En cualquier caso, el recuento de árboles que se hizo en la provincia en 1748, (...) dio como resultado la existencia de casi 11 millones de árboles distribuidos entre encinas, álamos, nogales, fresnos, almeces, sauces, olmos, carrascas, robles, pinares, quejigos, madroños, alisos, acebuches y serbales. Por tanto, los bosques de Almería eran aún importantes a mediados del siglo XVIII. A partir de este momento la entrada del estado liberal puso en cultivo los terrenos comunales y el desastre no se hizo esperar.
Así, el alcalde de Dalías (1788) se expresaba en los siguientes términos, «...con motivo de que de algunos años a esta parte no ha quedado cerro ni maleza que no se haya metido en labor, las lluvias han arrasado y cubierto de escombros las haciendas...».
No obstante el mayor desastre estaba aún por llegar y tuvo su origen en la pérdida de las colonias americanas con sus ricas explotaciones mineras. Esto dio lugar a la búsqueda de nuevos recursos que compensaran las pérdidas, siendo la minería del plomo del Sureste Español la que se incentivó para equilibrar este déficit patrimonial.
(...)
La minería despegó con toda su fuerza en 1820 y en pocos años acabó con cualquier vestigio de árbol o matojo en las sierras almerienses. En 1834, los bosques se daban literalmente por arrasados en la provincia, pero aún quedaban troncos y raíces, llegando incluso a subastarse las cepas de encinas.
Aún sin árboles ni raíces, el arranque de la vegetación prosiguió y así, no teniendo ni madera ni hulla, las zarzas, matas y espartos servían de combustible. La masiva desaparición de la cubierta vegetal en un ecosistema ya de por sí muy frágil, dejó desnudos los suelos y aceleró su erosión bajo el régimen torrencial de lluvias de esta provincia (Madoz, 1845). Esta erosión hizo que los suelos perdiesen no sólo nutrientes sino también capacidad de infiltrar y almacenar agua, de forma que a los pocos días de la lluvia volvían a estar secos, lo que intensificó aún más la aridez e hizo que, en el mejor de los casos, las superficies se colonizaran de un matorral de baja cobertura adaptado a largos periodos de sequedad (tomillos,espartos, retamas, entre otras especies). No obstante, este proceso con algunas particularidades, se puede extender a todo el sureste peninsular, por lo que cabría preguntarse ¿Por qué es en Almería donde se considera que existe el único desierto de Europa? La respuesta a esta pregunta hay que buscarla también en las particularidades geológicas de la región. Un tercio de la superficie de la provincia está constituida por las denominadas Cuencas Neógenas que, desde hace 24 millones de años se fueron rellenando con sedimentos marinos. Las más recientes de estas Cuencas, como la de Tabernas, empezaron a rellenarse hace 11 millones de años y están constituidas por sedimentos sueltos susceptibles de ser fácilmente arrastrados por el agua de lluvia; lo que, unido a la desaparición de la vegetación y a las lluvias torrenciales, hizo que en estas zonas se erosionaran completamente los suelos y se excavaran grandes cárcavas y barrancos separados por laderas de fuertes pendientes.
En estas laderas, la erosión es tan intensa que no permite el enraizamiento de ninguna especie vegetal, por lo que están desnudas y dan al conjunto del paisaje el aspecto de desierto. A este paisaje se le denomina con el término anglosajón de badland, que en castellano se traduce por «malas tierras». (...)

https://biogeablog.blogspot.com/2016/06/almeria-historia-de-una-desertizacion.html?m=1

jueves, 22 de marzo de 2018

Dónde perforar un pozo y el juego de la ruleta rusa

https://hdosi.es/donde-perforar-pozo/?lipi=urn%3Ali%3Apage%3Ad_flagship3_feed%3BrvO8MRpjRcinPHPt%2BUTyog%3D%3D

jueves, 22 de febrero de 2018

El milagro escocés que consiguió darle la vuelta a la estadística

El proyecto de Escocia apuesta por retener el talento inculcando el amor por el mundo rural desde la escuela


Los parecidos entre Galicia y Escocia son más que razonables. También en la despoblación que sufren, sobre todo, sus núcleos rurales. Sin embargo, las Tierras Altas de Escocia han conseguido en los últimos decenios revertir una situación que en la comunidad gallega está cerca de llevar al suicidio demográfico. El cambio ha sido posible gracias a un proyecto, que también se ha puesto en marcha en el norte de Suecia y Finlandiaajeno a los colores políticos que entran en la Administración. Se basa en el rigor absoluto a la hora de considerar el problema demográfico como una debacle, está gestionado por perfiles técnicos y apuesta por retener el talento inculcando el amor por el mundo rural desde la escuela. Las cifras hablan por sí solas: la población ha aumentado un 22 % en los últimos 50 años.
Autonomía de acción. Con una población notablemente envejecida y abandonada económicamente, la región montañosa de las Tierras Altas, al norte de Escocia, vivió una transformación sin parangón tras la creación de la agencia HIE (Highlands and Islands Enterprise). Financiada con fondos públicos, pero con total autonomía de acción, cuenta con expertos legales, economistas, profesores universitarios y periodistas que identifican los obstáculos que dificultan el desarrollo integral de los territorios más vulnerables.
Responsabilidad. Más allá de ver dónde se invierten las dotaciones económicas, parte del éxito de este programa radica en analizar dónde no deben emplearse. La atención al coste-efectividad es tan fundamental como inculcar el emprendimiento en el entorno rural. La agencia establece un contacto directo con cada aldea y analiza sus necesidades reales y posibilidades concretas.
 
Autofinanciación. Con una acusada conciencia de cambio, los vecinos de una de las ciudades de las Tierras Altas más perjudicadas por el declive demográfico comenzaron a recaudar fondos casa por casa para poder ampliar su puerto y desarrollarse económicamente mediante la llegada de profesionales y del aumento de la inserción laboral. Además, la iniciativa presionó a la Administración pública, que financió el proyecto.

ORGULLO RURAL

Cambio de mentalidad. Desde la etapa escolar se insta a los pequeños a amar el entorno rural y se les enseña a explotar sus posibilidades más allá del sector primario. Además, se emplean recursos en la formación de trabajadores cualificados capaces de atraer capital humano exógeno.
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/mayor-problema-galicia/2018/02/14/milagro-escoces-consiguio-darle-vuelta-estadistica/0003_201802G14P3991.htm

sábado, 10 de febrero de 2018

La vida en el neolítico

Hace diez mil años la esperanza media de vida estaba en los 15 años y algunos individuos llegaban, de manera extraordinaria, hasta los 30.
Entonces en el Neolítico no se envejecía, ni se tenían enfermedades. Eso sí, te partías un brazo y te morías. Los vivos siempre estaban muy sanos porque la principal causa de muerte era el hambre, el frío y la violencia. Miles de años atrás nadie moría de cáncer porque nunca vivía para desarrollarlo. Llevamos diez mil años alargando la vida. La diferencia es que hasta 1900 fue un proceso lento y en el último siglo ha sido vertiginoso.

La contaminación en las ciudades

En  1900 había en Londres 300000 caballos tirando de taxis londinenses que hacía de la ciudad un foco de insalubridad. Ahora que se acusa a los automóviles de volver inhabitables las grandes metrópolis, resulta doblemente paradójico que en sus orígenes se considerasen la opción más limpia. Al menos, en comparación con el estiércol que generaba los caballos. De no haber aparecido a tiempo los automóviles de Ford, tal vez también los alcaldes del siglo pasado habrían empezado a limitar la circulación de los caballos con matrículas pares e impares para reducir las montañas de excrementos.
Imagínese el cambio radical que dará a la polución de las ciudades el coche eléctrico cuando se generalice.

sábado, 20 de enero de 2018

La reconstrucción más precisa del clima de la península ibérica de los últimos 700 años

Entre los años 1300 y 1850 se produjo la Pequeña Edad de Hielo en la península ibérica, un período frío que, sin embargo, fue muy variable, con multitud de episodios extremos que condicionaron la vida diaria de las sociedades de la época. Así lo recoge el mayor estudio climático sobre ese periodo centrado en diversas características de las montañas ibéricas, como el comportamiento de los glaciares, los sedimentos de los lagos y los anillos de los árboles.
ciar de Monte Perdido (Aragón) en 2011. / UB/Marc Oliva
La llamada Pequeña Edad de Hielo, el período frío más importante del hemisferio norte desde finales del siglo XIV hasta el XIX, se alargó en la península ibérica de 1300 a 1850, según revela un trabajo publicado por varias instituciones españoles en la revista Earth Science Reviews y liderado por Marc Oliva, investigador Ramón y Cajal del departamento de Geografía de la Universidad de Barcelona (UB).
Los resultados, que han permitido reconstruir el clima de la península ibérica desde el año 1300 hasta la actualidad, ponen de manifiesto la acentuada variabilidad climática durante ese periodo y evidencian la alternancia de fases frías y cálidas.
La Pequeña Edad de Hielo se alargó en la península ibérica de 1300 a 1850 y tuvo una gran variabilidad climática, con alternancia de fases frías y cálidas
La investigación presenta la síntesis más precisa realizada hasta ahora de la evolución del clima peninsular durante los últimos 700 años para contextualizar ese periodo frío y su evolución posterior, y se basa en el análisis de diversas fuentes históricas y registros naturales en la montañas ibéricas, como el comportamiento de los glaciares, los sedimentos de los lagos y los anillos de los árboles.
Los autores se han centrado en las zonas de montaña porque son las áreas menos afectadas por la actividad humana, y han recopilado e integrado todas las evidencias que existían sobre el clima de los siglos analizados. Aunque la intensidad del frío y sus implicaciones eran conocidas en otras regiones del continente europeo, no se conocía su traslación al conjunto de la península ibérica ni cómo habían afectado a los ecosistemas naturales.
El período frío más prolongado de los últimos 10.000 años

Los resultados han permitido describir la evolución climática peninsular durante la Pequeña Edad de Hielo, "que es el periodo frío más prolongado e intenso de los últimos 10.000 años", explica Oliva. "Una de las principales novedades del estudio es demostrar la elevada variabilidad del clima durante esta fase fría con una mayor recurrencia de eventos climáticos extremos (olas de frío, nevadas, sequías, inundaciones, etc.). Se sabía que era un período más frío que el actual, pero no sabíamos que había tenido tanta variabilidad ni con tantos episodios extremos que tenían repercusiones decisivas en la vida diaria de las sociedades de la época". 

Episodios de inundaciones extremas como los registrados en el levante peninsular en noviembre de 1617, o en la fachada atlántica en enero de 1626, implicaron la pérdida de cosechas, la destrucción de caminos y puentes, así como graves daños a la economía. Las recurrentes olas de frío comportaban un aumento de la mortalidad e incluso determinaron cambios en la dieta diaria de las sociedades del noroeste peninsular. Además, las bajas temperaturas a menudo iban acompañadas de nevadas que desencadenaban aludes catastróficos, como sucedió en la gran nevada de 1888 en Asturias.
Inundaciones extremas en Levante durante 1617 o en la fachada atlántica en 1626 supusieron la pérdida de cosechas, la destrucción de caminos y puentes, y graves daños a la economía
Este impacto se puede apreciar especialmente a través de la gran cantidad de fondos documentales de donde se ha extraído la información climática, como por ejemplo documentación administrativa municipal, dietarios, crónicas, libros de memorias, expedientes de obras públicas, planos y mapas o informes de daños por riesgo climático.

Aumento de 1 °C por causas naturales

El estudio también ha permitido cuantificar el calentamiento climático y evaluar su magnitud durante los últimos setecientos años. "El aumento térmico desde el inicio de la actividad industrial (1850-2017) es de aproximadamente 1 °C, un aumento similar al registrado desde las fases más frías de la pequeña edad de hielo, alrededor de 1675, hasta el inicio de la era industrial. En este caso, sin embargo, el aumento se produjo de modo natural, sin injerencia antrópica, por una serie de factores relacionados con la actividad solar, las erupciones volcánicas, etc.", subraya Oliva.

Según los autores, estos resultados invitan a ser cuidadosos a la hora de relacionar de forma reduccionista cualquier fenómeno vinculado a la variabilidad climática con el concepto de cambio climático. "El clima responde a muchas variables cuyo comportamiento no se conoce bien, y el grado de incertidumbre científica se desprecia", señalan.
Desaparición de los glaciares del Pirineo por causas naturales y antrópicas 
Oliva lo ejemplifica con la fusión acelerada de los glaciares de los Pirineos: "Los registros naturales nos dicen que los glaciares en los Pirineos son un fenómeno anómalo en los últimos 10.000 años, que solo se había producido en fases muy puntuales. Ha sido más habitual ver unos Pirineos sin hielo en verano que no que conserven hielo de manera permanente. Y esto ha ocurrido durante milenios en que no había afectación humana sobre el clima. Por lo tanto, la desaparición de los glaciares del Pirineo estaría ligada al calentamiento natural del final de la pequeña edad de hielo, que estaría a la vez potenciado por el calentamiento debido a los gases de efecto invernadero ligados a la actividad humana. Solo entendiendo mejor cuál es la respuesta de los ecosistemas en el pasado podemos anticipar qué puede pasar en el futuro".
En este estudio también han participado los investigadores de la UB Mariano Barriendos, del Departamento de Historia Moderna, y Antonio Gómez Ortiz, del Departamento de Geografía, así como expertos del Servicio Meteorológico de Cataluña, el Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera (ICTJA-CSIC), el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), la Universidad de Oviedo, el Museo Nacional de Ciencias Naturales, la Universidad de Zaragoza, la Universidad de Lisboa, la Universidad de Santiago de Compostela, la Universidad de Granada, la Universidad de Valladolid y el Instituto de Historia del CSIC. 

El clima en la península ibérica durante la Pequeña Edad de Hielo

1300-1480: enfriamiento creciente con oscilaciones climáticas moderadas
1480-1570: condiciones relativamente más cálidas
1570-1620: enfriamiento gradual
1620-1715: período climático más frío de la Pequeña Edad de Hielo, particularmente durante el mínimo de Maunder, con temperaturas aproximadamente 2 °C por debajo de las actuales
1715-1760: temperaturas más cálidas y una baja frecuencia de eventos extremos
1760-1800: empeoramiento climático, con episodios más extremos (olas de frío y calor, inundaciones y sequías)
1800-1850: condiciones climáticas altamente variables que se alternan con periodos estables (1800-1815), con eventos extremos (1815-1835) y una leve tendencia al calentamiento asociada con eventos hidrometeorológicos intensos (1835-1850)
Desde 1850: aumento escalonado gradual de la temperatura de aproximadamente 1 °C
http://www.agenciasinc.es/Noticias/La-reconstruccion-mas-precisa-del-clima-de-la-peninsula-iberica-de-los-ultimos-700-anos